domingo, 23 de marzo de 2008

La felicidad es una pistola caliente.

Escondida entre los árboles, sólo bañada por un rayo de luz de luna
la felicidad luchaba por salir
bañarse en el lago
recordar los tiempos pasados.

Hubo un tiempo en que no pudo, las raíces de su casa-árbol la asfixiaban
no veía ni el sol ni las estrellas
a punto estuvo de desistir
de dejarse morir.

Pero una vez que puso el pie fuera, fue fácil ponerse en pie
levantar la vista al cielo
ver que aún existían las nubes
y que los pájaros cantaban, felices, inundados por ella
dando la bienvenida al nuevo amanecer.

Y no hubo más ocasos.

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