jueves, 22 de mayo de 2008

Cuando el perdón no sirve

Podría decirte sólo una palabra
y dejar que el viento la retorciera
y llevármela tatuada en la espalda
para nunca olvidarla.
Y cada noche repetirla, para nunca olvidarla.
Y en cada nube, imaginarla,
para que lloviera y mojara.

En realidad, podría decirte muchas palabras
pero Saudade me aconsejó el silencio
cuando nos quedamos solas de nuevo.

Todo este tiempo está siendo
como si nunca hubieras existido
como si nunca hubieras muerto.

Aun así, cuando miro al horizonte
veo los barcos que se alejan a la otra orilla
y mi corazón se encoge de angustia
flotando mi pensamiento con las gaviotas
añorando el mar, la libertad, el miedo.

Derramando una lágrima por cada puesta de sol
secándola en cada mañana (aunque las fuerzas no me acompañan)
rogándole a Saudade que haga de mí una guerrera
que no deje que me rinda, que no me deje abandonada.

Sin ella sólo soy una marioneta con lágrimas
perdida en las mareas de vodka
soñando despierta y borracha.
Intentando, al fin y al cabo, de una vez pasar la página.


Saudade me odia, y yo a ella, pero sobrevivimos juntas.

3 comentarios:

Daglez dijo...

Jur! Es tuyo?? Me gusta, me gusta!

Que melancolico! Que borracha! Me gusta! Me gusta!
^__^

Besos poeta!

Fer dijo...

Silencio... qué gran arma.

Besitos!

Frank Lhermitte dijo...

El resto de frikis frikeando y los de medicina estudiando.

Qué injusto es el mundo.

BSS!